Aceptemos la invitación a innovar para ser más productivos

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Aceptemos la invitación a innovar para ser más productivos

Autor: José Luis Londoño,
Ex Superintendente delegado para la protección y propiedad intelectual de la Superintendencia de Industria y Comercio

Personalmente sigo cada edición del Índice Global de innovación (GII), no solo porque permite ver la evolución de los países en la materia, y porque me atrae la forma en la que se miden y combinan los pilares escogidos para determinar el indicador en una economía/país respectivo, sino porque cada año su tema especial me enseña sobre asuntos fundamentales y críticos de la innovación, que terminan siendo perfectamente aplicables a la industria de la salud y su relación con la Propiedad Intelectual. Quizás la edición de 2019 sobre la financiación de la innovación había sido la que más había llamado mi interés, dada la diferencia existente respecto del nivel de interés que tendría un inversionista en innovaciones en salud y en otras relativas a productos no regulados, como quiera que éstos no enfrentan todas las barreras regulatorias que aquellos. 

No obstante, este año el tema especial es fascinante. Se trata de determinar si habrá un significativo avance en productividad basado en innovación, pues si bien la inversión en esta ha crecido en las últimas décadas, la productividad medida del modo tradicional ha decrecido.  

Como en todo, existen pesimistas que consideran que no hay verdaderas innovaciones o revoluciones como las vividas en los siglos XIX y XX, y existen optimistas que consideran que cada época tiene sus particularidades y que no se puede desconocer el gran progreso, especialmente en los servicios, los cuales no eran considerados como factores de crecimiento o productividad en aquellos siglos. De esta manera, se generan desafíos para empezar a medir estos factores, especialmente porque los modelos tradicionales parecen no ser aplicables, por ejemplo, la medición de la calidad o la valoración de activos intangibles. 

Nuevamente, lo analizado en el GII resulta de clara relevancia para la salud. En efecto, el reporte indica que hay dos grandes fuentes de innovación que impactarán el resurgimiento de la productividad: la llamada Era Digital (Digital Age) y la Ciencia Profunda (Deep Science). Así, con las TIC (incluidas en la era digital) se pretende que sirvan de herramientas de investigación y que, tal como ocurrió con las vacunas para el COVID-19, aceleren los procesos investigativos, e igualmente importante, que sirvan para mejorar la productividad en la prestación de servicios masivos, entre ellos la salud.  

Por su parte, la ciencia profunda ha sido la generadora de inventos e innovaciones radicales desde hace décadas, y de ella vemos grandes resultados en diferentes campos, incluida también la salud, con los resultados de investigación en genética y biología, entre otros.  

Latinoamérica no ha sido un actor preponderante en la generación de las revoluciones industriales o de los momentos de innovación radical, como sí lo fueron otros países a lo largo del pasado siglo. No obstante, el GII reconoce el progreso de varios países de nuestro continente y ello debe ser tomado como una invitación a aprovechar las herramientas para la innovación y dar el salto tecnológico que nos ubique en el mapa global de la innovación. 

Una población económicamente activa sana es más productiva que una que no lo está. Luego, debemos aceptar la invitación que hace el GII y crear los marcos que permitan una sinérgica relación entre las TIC y la ciencia profunda, con miras a mejorar nuestra capacidad innovadora en materia de salud. Para ello, los mecanismos que ofrece la Propiedad Industrial resultan de gran ayuda. En efecto, el sistema de patentes se ha ampliado para que por su vía se puedan proteger tanto los productos farmacéuticos y los dispositivos médicos, como las invenciones implementadas por computador y un número grande de nuevas tecnologías habilitantes para acelerar la investigación, con amplias posibilidades de aplicación en la salud, que hoy ya vemos en dispositivos que monitorean y anticipan nuestra salud y proveen más datos nuestros con mayor velocidad, creando así posibilidades de productos más personalizados y eficaces.  

Por todo lo anterior, la región debe estar abierta a la innovación, ser capaz de adaptar la tecnología y comprometerse a dar un paso tecnológico en materia de productos y servicios de salud innovadores, especialmente en la adaptación entre tecnología y marcos legales que permitan mejorar el acceso a la salud. 

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