No hay inclusión sin salud digital
No hay inclusión sin salud digital
Por: Hector Pourtalé
Head
Movement Health 2030
La transformación digital de los sistemas de salud será uno de los principales desafíos de América Latina en los próximos años. Y en ese sentido, el reto es cómo encontrar mecanismos financieros innovadores acompañados de un gran compromiso político que permitan modernizar los marcos reguladores para hacer más accesible la atención. La transformación de la salud debe estar en las agendas de prioridades de los países. Si queremos salvar vidas, la salud debe estar en lo diario y ser de interés público.
Ya vimos el tremendo empujón que nos dio la pandemia con telemedicina, agendamiento de citas electrónicas y otras soluciones que mostraron ser eficientes. Pero ahora que se están levantando los estados de emergencia sanitaria generados durante la pandemia, existe el riesgo de que esos logros se desmonten sin un análisis concienzudo de qué debería permanecer. Eso no puede pasar. No podemos perder los avances logrados en pos de una mejor atención y un mejor uso de los recursos.
Desde el Movimiento Salud 2030 hemos trabajado en esa dirección con diferentes actores para dar solución a temas prioritarios. Entre otros, que la información que un paciente provee a un médico sea accesible al resto del personal médico comprometido con su salud a través del sistema informativo entre diferentes hospitales; que no haya fragmentación de la atención, que simplifiquemos el proceso de autorización para tratamientos crónicos y que generemos consensos en temas técnicos pero igualmente importantes, como el tipo de lenguaje informático que se requerirá para conservar los datos y puedan compartirse pertinentemente.
Esta transformación no podemos hacerla individualmente. En la pandemia fuimos testigos de mecanismos de trabajo colaborativo inauditos: empresas cerveceras que hicieron alcohol en gel o empresas automotrices que destinaron su personal de planta para abastecer la demanda de la
industria de alimentos. Si hoy los expertos de salud no pensamos en resolver paradigmas que son de matriz tecnológica o de hábitos de consumo –donde otras industrias tienen amplia experiencia— vamos a tener muertes que podríamos haber evitado por no hacer esas transformaciones a tiempo.
“El Movimiento Salud 2030 cuenta con varios casos de éxito de colaboración. En Cusco, Perú, con una población de medio millón de habitantes, logramos dar un paso adelante gracias al esfuerzo de
innovación de la Dirección Regional de Salud. Al entender que una de las necesidades de las mujeres gestantes y en puerperio era el acceso a la consulta médica oportuna, la entidad buscó mejorar la gestión de personal de salud, que se hacía con papel y lápiz, mediante un aplicativo informático y así aumentaron su capacidad de atención en 20%. La Dirección Regional de Salud está extrapolando el modelo que inició en una sola red de salud a toda la región de Cusco. Para mi fue un orgullo ver la resiliencia y la inventiva del personal de salud trabajando junto con nosotros y con los aliados tecnológicos para hacerlo una realidad.”
Trabajamos con más de 25 instituciones en la región y eso nos ha permitido fomentar entre ellos la conectividad para compartir más rápido las prácticas que en un país son exitosas. Así sucedió al conectar al Centro Nacional de Sistemas de Salud de Chile con la Agencia Nacional de Investigación e Innovación de Uruguay. También conectamos con los gobiernos de Chile, Ecuador, Costa Rica para volvernos aliados en sus planes de salud a largo plazo.
Nos quedan otros desafíos: lograr que la salud sea una política de estado para que así los planes quinquenales de mejora de la atención en salud se protejan a pesar de los cambios de gobierno y facilitar las plataformas que empoderen al usuario. Uno de los mayores determinantes de salud es cómo el usuario se auto cuida con buenos hábitos alimenticios, de descanso y manejo de la salud mental; con su adherencia a tratamientos y diagnósticos preventivos. La salud digital, empoderará a ese usuario para que esté más informado y así pueda tomar mejores decisiones y sepa de sus riesgos y oportunidades.
Esto último va en línea con una región que hoy habla de incluir, de asegurar y atender a la diversidad. No podemos lograrlo —y esto lo ve el Movimiento— si no existe un sistema de gestión que permita recabar y registrar las necesidades individuales de cada usuario. Sin eso estaremos actuando a ciegas, y en consecuencia, haciendo exclusión al generar omisiones por falta de información que perjudican la calidad de vida. No hay inclusión sin una salud digital que permita esa personalización para una atención del usuario que entiende sus necesidades específicas.
En América Latina tenemos ventajas únicas como un índice de penetración de la banda digital, incluso mayor que el de China. Por los próximos 15 años seguiremos teniendo una ventana demográfica con una gran población joven en condiciones laborales que puede asumir oportunidades y ofrecer numerosas ventajas al sistema contributivo para hacerlo sustentable.
Es muy fácil tirar la toalla frente a sesgos como que los adultos mayores tienen barreras tecnológicas o que es difícil llevar la tecnología a zonas rurales. Para sorpresa de muchos, durante la pandemia hemos visto a gente de la tercera edad muy cómoda con sus plataformas digitales y a quienes viven en áreas rurales beneficiándose de ellas. Como en cualquier cambio de paradigma, tenemos que seguir insistiendo para lograr esa transformación digital, que durante la pandemia nos mostró el beneficio que puede generarnos. No disminuyamos la marcha ahora.