En el mundo hay actualmente más de 3,000 millones de mujeres, es decir que por cada 105 niños, nacen 100 niñas. Sin embargo, con el curso de la vida esta proporción cambia, pues las mujeres tienden a vivir más que los hombres por cuestiones biológicas, ambientales y conductuales. Además, la medicina ha contribuido a alargar la vida de las mujeres, porque ahora el control de infecciones es mejor y más efectivo.
Durante el ciclo de vida de la mujer, esta pasa por diferentes etapas que son exclusivas del género, como por ejemplo, una etapa fértil o de maternidad. Esto significa que las mujeres deben recibir una atención a la salud diferente que la de los hombres, pues tienen necesidades puntuales que responden a procesos biológicos del género.
Dentro de esta premisa, el Global Coalition on Aging hizo un estudio titulado “Empoderar a las mujeres para un envejecimiento saludable: acciones políticas clave para abordar los desafíos de salud a lo largo del ciclo de vida”, donde encontró que el acceso de las mujeres a una atención médica de calidad y su participación activa en la economía, están estrechamente relacionadas.
Por tanto, un sistema de salud que pueda atender de la manera correcta a las mujeres, es uno que tiene equidad de género. A su misma vez, incluir un sistema diferencial asegura un envejecimiento saludable y un empoderamiento femenino, que también permitirá en el largo plazo una participación más activa en la economía y la incidencia en la toma de decisiones.
Entonces, en el estudio de Global Coalition on Aging, se analizaron tres países que han liderado procesos de envejecimiento de la población mundial y han dado soluciones para que la ciudadanía tenga una buena calidad de vida a largo plazo, teniendo en cuenta que la sociedad mundial ha tendido a envejecer en los últimos años. Estos fueron algunos de los hallazgos.
Necesidades y riesgos
Lo primero que se encontró en el estudio es que existen necesidades que falta cubrir y riesgos para las mujeres en los sistemas de salud actuales. La falta de información y la falta de servicios con enfoque diferencial son las dos principales necesidades que el estudio recomienda empezar a resolver lo más pronto posible.
Hay, además, desafíos claves que los sistemas de salud tienen que contrarrestar para lograr una equidad de género, como las desigualdades que tienen que ver con el envejecimiento de las mujeres, porque, por ejemplo, hay condiciones como los problemas cardiovasculares y la osteoporosis, que afectan en mayor medida a las mujeres.
Por otro lado, aquellas mujeres que están en una edad fértil representan para los sistemas de salud un punto importante, pues es durante esta edad que se volverán contribuidoras sociales y económicas al tener hijos. En esta misma línea, las mujeres son las que, en su mayoría, cuidan los niños y las personas de la tercera edad, algo que no ha sido tenido en cuenta por los sistemas de salud, como principales proveedores de bienestar y cuidado.
También se puede ver que hay brechas en el sistema de salud como por ejemplo, la exclusión de mujeres en embarazo de pruebas clínicas. Esto limita el entendimiento de la seguridad y eficacia de los medicamentos durante el embarazo. Asimismo hay poca preparación para que el personal médico pueda lidiar con embarazos complicados y madres embarazadas con enfermedades crónicas. Igualmente se ve que a la mujer no se le ha incluido en la toma de decisión alrededor de los tratamientos y la comunicación de estos.
Posibles soluciones
Algunas acciones que los países pueden empezar a hacer para lograr una equidad de género en sus sistemas de salud son, por ejemplo, incluir más programas de prevención de enfermedades que afectan en mayor proporción a las mujeres, más investigación sobre las mujeres durante el embarazo y la lactancia, más apoyo a las cuidadoras primarias de niños y adultos mayores, y una mejor información sobre estilos de vida saludables.
Sin embargo, también es necesario tener acción política que promueva la prevención, y que explique los riesgos adicionales que tienen las mujeres en cuestión de salud. Los tomadores de decisiones deben ser quienes apoyen esta equidad de género en la salud.
Por ejemplo, en Japón está la población más vieja del mundo, donde más del 28 por ciento de los japoneses están por encima de los 60 años, un número que se doblará para el 2050. Por esta razón, el país ha empezado a hacer cambios para preparar sus sistemas de salud dentro de los próximos 50 años. Los cambios que han empezado a pasar han tenido en cuenta un enfoque diferencial de género, reconociéndolas como un pilar fundamental en los sectores laborales y como principales proveedoras de cuidado.
Oportunidades que se avecinan
Las organizaciones de política internacional, al igual que los gobiernos nacionales, se han preocupado en promover un envejecimiento saludable para las mujeres del mundo. Al final, empoderar a las mujeres para que entiendan su salud y la protejan hace parte de un buen sistema de salud con igualdad de género.
Entonces, se ha empezado a apoyar investigaciones para comprender mejor las necesidades y los riesgos de salud de las mujeres, se han promovido recursos educativos para que las mujeres tomen mejores decisiones alrededor de su salud, se han capacitado a proveedores de atención médica y se han implementado programas nacionales para detectar enfermedades que afectan a las mujeres de edad avanzada.
Aunque todavía existan muchos desafíos por atravesar en los sistemas de salud para una paridad de género y la vida de la mujer se vea de una forma global y no teniendo en cuenta sus ciclos de vida, hay países que empezaron a marcar una pauta para un sistema de salud diferencial como Japón, China y el Reino Unido.
En conclusión, lo más importante es empezar a ponerle más atención a la política pública, la estrategia de prevención, la capacitación de los médicos, y tener mejores tratamientos y cuidados. Al final, una equidad de género en el sistema de salud, asegurará un mejor cuidado para todas las personas y beneficiará al mundo entero.
Fuentes
Empowering Women for Healthy Aging
Hechos y cifras: Empoderamiento económico